Glíglifo es probablemente el curso de tipografía más singular del mundo. Así como suena. Para empezar, sus organizadores e ideólogos lo definen como «un curso intensivo y pasional, un retiro espiritual, una experiencia en la que los amantes de la letra aprenderemos a crear, sentir y diseñar un alfabeto». 

Crear, sentir y diseñar un alfabeto necesita de una guía adecuada. ¿Y quiénes son los responsables de tan particular retiro entre letras? Pues dos exploradores tipográficos, dos tipos cultos, generosos y de afable trato: Damiá Rotger, diseñador de tipos y gráfico, además de poeta, y Pedro Arilla, diseñador de tipos y tipógrafo. Dos amantes confesos de las letras en todas sus vertientes.

Y un curso de estas características necesita de un lugar idóneo, porque Glíglifo no se puede celebrar en cualquier sitio: Sos del Rey Católico, medieval villa de la provincia de Zaragoza que parece congelada en el tiempo. La sede del curso es una galería de arcos ojivales del Palacio Español del Niño, una casona renacentista del siglo XVI. Imposible imaginar un entorno mejor.

Hace dos años tuvimos la suerte de participar en este experimento tipográfico y del texto que escribimos para Don Serifa, el blog de tipografía de Pedro Arilla (ahora en pausa por la estancia de Pedro nada menos que en la Universidad de Reading), este fragmento resume bien el ambiente que se vive durante esos días en Sos: «Glíglifo (…) tiene casi todo lo que cabe esperar de un campamento de verano: los dormitorios con literas, la convivencia que se convierte en seguida en compañerismo, la hora de la comida comunitaria: macarrones con chorizo y empanadillas con patatas fritas, o las interminables charlas nocturnas. Sin embargo, en lugar de los niños que habitualmente ocupan estos albergues juveniles, el «campamento» está formado por un heterogéneo grupo de personas relacionadas la mayor parte de ellas con el diseño en sus diferentes vertientes».

Glíglifo 2015

Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Esto es glíglico, el lenguaje que Julio Cortázar creó para el capítulo 68 de Rayuela en el que se describe una escena íntima entre dos amantes. Glíglifo, el nombre del curso, es una variación de glíglico al que se le añade el concepto «glifo», de este modo resulta un juego de palabras que resume una historia de amor por la letra y sus formas. Así es este curso de tipografía, pasión por todas partes.

Este año Glíglifo alcanza la cuarta edición y ya está abierta la pre-inscripción: se celebrará entre los días 16 y 22 de julio y las plazas, como es natural, son muy limitadas. Serán seis días buceando entre letras para interiorizar el proceso de creación de una fuente tipográfica, desde el concepto hasta la digitalización.

Pero sobre todo, al menos por lo vivido en primera persona, es una experiencia que trasciende lo tipográfico para adentrarse en lo humano a través de la convivencia de unos locos por las letras en su más amplia y apasionada concepción.

Glíglifo 2015