Pies para qué os quiero. Pues vamos a ver… para conocer detalles sobre el contenido de una imagen, para aportar ritmo a una publicación, para generar una doble lectura eficiente…, vamos, ¡casi “na”! En este post os contamos más de un secreto sobre uno de los elementos del diseño editorial más utilizados y, a la vez, más denostados.
Para ello hemos fotografiado numerosos ejemplos de algunas de nuestras publicaciones favoritas (Tapas, Jot Down Smart, Graffica, American Chordata, Mondial o Icon, entre otras). Y de postre, como siempre, una ración de nuestro venerado InDesign y un par de trucazos. Y ya que de pies va la cosa, ¡andando que es gerundio!
¿Qué son los pies de foto?
Los pies de foto son textos, habitualmente de extensión reducida, que aportan información sobre la imagen o ilustración a la que acompañan. Dicha información puede tener un carácter puramente descriptivo (La Noche Estrellada. Vincent van Gogh, 1889), o bien, aportar un contenido algo más extenso o subjetivo. En este último caso suelen denominarse leyendas. En ocasiones, los créditos de la gráfica (el fotógrafo, ilustrador, infógrafo, etc.) aparecen junto con el pie, mientras que en otras figuran aparte o al comienzo del artículo, en la sección de staff general, etc.
Las posibilidades en cuanto a su ubicación son múltiples: inmediatamente debajo de la imagen a la que acompañan, superpuestos a ésta, en un lateral con lectura vertical o incluso, como veremos, en la página contigua.
En cierto tipo de productos editoriales, como catálogos, facilitan una doble lectura. Así, si estamos simplemente ojeándolo (o sea, sin prestar atención al cuerpo de texto principal), podemos ir mirando las fotos y leyendo la información que las acompaña, es decir, los pies o leyendas. En revistas u otros productos con una carga gráfica importante, funcionan como narradores invisibles y aportan ritmo a la composición, haciéndola mucho más variada y entretenida.
La cuestión es que en ningún caso vamos a considerarlos como un elemento editorial menor (“pooobres pieses”), sino que prestaremos atención a su ejecución, tanto en el proceso de planificación y reticulación, como en la fase de diseño propiamente dicha.
Emplear los pies de foto interactivos de InDesign contribuye a generar un flujo de trabajo editorial de lo más saludable.InDesign: pies de foto interactivos y algún truqui extra
Una de las opciones más interesantes que nos ofrece nuestro amadísimo InDesign en lo que a pies se refiere, es la posibilidad de emplear pies de foto interactivos a través de los metadatos de la imagen. “¿Cómorrr?” Pues sí, como lo oyes. Para ello, etiquetamos la imagen a través de Bridge, Photoshop o cualquier gestor de imágenes o software de retoque, y añadimos la descripción en el campo adecuado. Posteriormente configuramos InDesign para que muestre el contenido de dicho campo de forma automática. Además, InDesign lo actualiza a su vez si cambiamos dicha imagen por otra. Lógicamente, esto depende de que la foto en cuestión haya sido correctamente etiquetada en un flujo de trabajo previo.
Esta protocolo de trabajo puede ser muy útil en un flujo de trabajo editorial, donde los redactores etiqueten las imágenes de forma que los diseñadores sólo tengan que implementar el pie interactivo que cambiará según la imagen.
Otra herramienta muy útil en forma de truco es emplear el espaciado de margen interior de los marcos de texto. Configurar el margen superior y/o los márgenes laterales con la distancia que queramos que exista entre el pie y la imagen a la que acompaña, nos permitirá ser consistentes sin acudir al consabido “cuadradito” de marras (que sí, que todos lo hemos utilizado, pero que tiene cero glamour). También podemos emplearlo para ubicar los créditos del contenido gráfico de nuestra publicación. Para ello, con el marco de texto seleccionado, nos vamos al menú “Objeto” y seleccionamos “Opciones de marco de texto”, o mejor, apréndete el atajo CMD+B (CTRL+B en Windows).
Consejos para diseñar pies de foto
Particulariza la tipografía y el cuerpo empleado
Utilizar una variable de la tipografía distinta a la de nuestro texto general (por ejemplo, light o bold, en lugar de regular) hará que visualmente se perciba como un fragmento de información aparte. Asimismo, al tratarse normalmente de cuerpos de letra más pequeños, puede ser buena idea emplear una tipo de palo, especialmente si la fuente de nuestro texto general es serif. Así la particularización tipográfica de nuestros pies será doble: además de suscitar el interés del lector, anclará visualmente el pie a la página.
Ubicación y alineación, claves para el éxito
Como adelantamos en la introducción, la ubicación de nuestros pies es vital y las opciones disponibles, múltiples. ¿Que no? A la derecha, a la izquierda, debajo (arriba es menos frecuente ya que favorece la confusión), sobre la propia imagen… Asimismo, también podemos aglutinarlos en una lista o recuadro aparte y numerar las imágenes cuando el número de estas sea excesivo, o simplemente queramos marcarnos un “toqueciño diseñil”.
Por otro lado, si la alineación de los textos en una publicación es capital para su look and feel, en el caso de los pies de foto puntúa doble. En ocasiones, los pies acompañan a una sola imagen en la página o pliego, con lo cual no existe confusión posible. Sin embargo, cuando aparecen varias imágenes cercanas en la página, la alineación de los textos del pie guían al lector de forma implícita y ayudan a relacionarlos con la imagen adecuada, y no con su vecina.
La alineación del texto de nuestros pies se relaciona de forma implícita con la imagen a la que acompaña.Alineaciones izquierda y derecha suelen ser las más apropiadas. Las centradas son menos frecuentes (y aportan una impronta más clásica, pero todo depende), y, en general, evitar la justificación suele ser una buena costumbre, ya que al tratarse de textos cortos suelen quedar fallidos o antiestéticos. Independientemente de las decisiones que toméis, nunca alineéis los textos al lado opuesto de la imagen a la que acompañan.
Como una imagen vale más que mil caracteres, al loro con las imágenes expuestas a continuación y, por supuesto, con sus correspondientes pies.
Emplea elementos de ayuda a la lectura
Ya lo dice el refrán rayitil: “una flechica a tiempo te ahorra muchos quebraderos de cabeza”. Y quién dice una flecha dice también un cuadradito, una rayita, un color inicial distinto, el grosor de la/las primeras palabras del pie, unos filetes enmarcando la leyenda… Las opciones son infinitas, eso sí, cúrratelo y que contribuya tanto al diseño como a guiar al lector a través de la página.
Dale ese toquecillo extra
No te limites a describir la imagen en sí ni a reproducir textualmente algún fragmento del cuerpo de texto (¡No es un destacado!). Aporta algo de información interesante y harás que tu pie sea más atractivo, tanto para quién haya leído el contenido principal del artículo, como para el lector que simplemente esté ojeando la publicación. Los pies guapos por dentro y por fuera 😉
No descuides el contenido
Tras todo lo que te hemos ido contando, está claro que cuidar el diseño de los pies de foto es un must en diseño editorial, no obstante, con esto no es suficiente. Cuidar el contenido textual de nuestros pies es tarea esencial. No podemos olvidar que las imágenes acaparan la atención del lector por encima de otros elementos de página y que, los pies, constituyen el siguiente elemento lógico a visualizar. Si el contenido no reviste interés alguno, el lector empezará a ignorarlos a lo largo de la lectura, y, con ello, perderá algo de interés por nuestra publicación. Así que, queridos redactores y copys… ¡A currarse el texto de los pies y a calzarlos con rollete!
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Y esto, que no ha sido poco, es todo. Esperamos que el post os ayude a comunicar con criterio y coherencia a través de los pies y, a “andarse” (nunca mejor dicho) con ojete diseñil.
Si quieres aprender más sobre otros aspectos del diseño de un libro, no podemos dejar de recomendar el curso «Cómo se hace un libro», de Enric Jardí (en la plataforma Domestika), del cual te dejamos el trailer aquí abajo. Además, te hablamos de él en este post, así que te quedas sin excusas para no dejar de aprender. ¡Dale caña!